Tengo la cabeza vacía, y está bien, solo
llevo imágenes de las últimas películas que vi que son más interesantes que mi
vida, el vacío me gusta, este vacío, esta soledad, porque ahora todos duermen y no hay necesidad de extrañarlos, se siente bien ser el último en dormir observarlo todo y ser consciente de su
sueño.
A mí me gustaba la soledad antes de saber
que era la ausencia de alguien, entonces buscaba esa ausencia y me encantaba,
ahora quiero me reconciliarme con ella.
Estar en lo alto de una colina sobre las
ruinas de los que alguna vez fue un templo o algo así,
un vaho frio cubre la ciudad,
reconfortante hierba fría viscosa sobre la que poso mis manos, busco
cortarme con la hoja más pequeña, la presiono y me deslizo por ella haciendo
surcos.
Eres como una color que se impregna en mi
ropa, en mi piel hasta en mis sueños, no eres tibia como si respirarás o fueras
de carne, deseo que llueva demasiado, la tarde es verde, joven y maldita.
A veces estrujo mi corazón y larga unas
gotas de felicidad perversa.
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