Los ojos de la chica delgada y marginal, su pequeña vitalidad contrastando con la arquitectura gris y atemporal de la gran unidad escolar.
Flotando, sus manos fuera de la ventanilla del autobús, tocando notas en el viento, dibujando a su camino tantos recuerdos que trato de evocar pero no están, solo yo en un autobús y afuera llueve, realmente llueve.
La música invade el ambiente y un extraño sentimiento me invade como agua en una campana de buceo, creo que es felicidad.
-Hoy su recuerdo es cumbia-
Porque todo es todo y su recuerdo es un libro, que leo cada vez que me pierdo, y me viene a la mente el último verano de nuestras vidas cuando ella se marchó y yo tuve que trabajar en el puerto junto a algunos amigos.
Éramos jóvenes entonces, despeñándonos por una colina de concreto, esta ciudad, lentamente distanciándonos, retaceando los recuerdos hasta hacerlos tan pequeños que se pierden en nuestros bolsillos.
Y las canciones que suenan en esta oscuridad me llevan a un tiempo que jamás viví,
Me recuerdan personas que jamás conocí, pero las veo a través de la oscuridad y la lluvia a través del tiempo que dura este viaje.
*cumbia!
miércoles, 10 de noviembre de 2010
pequeñas historias de autobus.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario