sábado, 18 de junio de 2011

Quiero creer



Parte del articulo "Locos y cuerdos" de César Hildebrandt.


Tú tienes veinte años y muchas veces quisieras volarlo todo –porque muchas cosas merecen ser voladas- y entonces viene la cordura a ponerte en tu sitio.
Viene la cordura en manada y te lanza su discurso de orden : blablablá.

Viene en mancha la cordura disfrazada de tío, de MBA, de FOZ, de Cox, de Jockey Plaza, de estudio de abogados Olaechea, y te acribilla con su catecismo, su Popper y su Friedman.

La cordura te propone algo casi irresistible: el éxito.

Y el éxito tal como lo entiende la cordura es un viaje que comienza en la página social de Expreso y termina en el cuché de Cosas. El éxito es un aumento de gramaje y un salto al satinado.

¿Quieres eso?

Bueno, si lo quieres, tómalo. Pero después no te quejes.

Cuando le hayas echado suficiente orchata a tu sangre descubrirás que el éxito de los cuerdos es también un montón de corbatas y deudas, púlpitos y peajes, una mujer con ruleros roncando a la luz de neón de tus insomnios. (O un hombre hinchado de cerveza cogido del colchón como los náufragos).

Eso es también el éxito que quieren para ti. Que pertenezcas a los clubes de playa y a la Lima de los oidores. Y que tengas hijos que repitan tus silencios, zorros de la trepandanga. Y que tus nietos sean bises dinásticos de esos temblores.

¿Quieres eso?

La cordura gana casi siempre por unanimidad. Consiste en un adiestramiento del olvido. O sea, debes olvidar que el mundo podría cambiar, que no fue siempre este hervor de hormigas adictas a las figuritas. Debes olvidar tu cólera e integrarte. Y por último, debes olvidar que has olvidado.

Por eso desconfío tanto de la cordura entendida como sometimiento y convertida en estoicismo de utilería.

Por eso estaré siempre con los locos, los desaforados y los excéntricos. Los locos que quieren cambiar este mundo monstruoso, los desaforados que prefirieron el castigo, los excéntricos que despreciaron el poder.

La cordura susurra sensateces. El acatamiento del susurro se llama experiencia. El sarro de la cordura, con los años, se viste de frac.....

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