jueves, 16 de septiembre de 2010

Miserias

Es mediodía, ausente de vida, solo, mas no extraño a nadie, a nadie.

Miento, porque a veces me extraño a mi mismo, me canso de mi silencio, me busco y eventualmente me encuentro, en las calles alteradas, en las avenidas desiertas, de esta ciudad fragmentaria.

Me encuentro como hace 3 o 10 años , mirando un paisaje hermoso, me encuentro y me pregunto en que piensas? -pienso en estrellas muertas- que ahora son arena de mar.

Sigo andando y me encuentro cubierto de sal, que nace de mi boca, soy yo hace 5 años.. Huyo hasta quedarme nuevamente solo, en un páramo mientras las cenizas cubren todo, gris hasta donde puedo ver

Soy yo cubriendo el sol, incendiándome en otro lugar y solo me llegan despojos de mi,
Estoy allá lejos entre los árboles quemados, nevándome negrura.

No extraño a nadie, tengo las hojas en la mano, los mapas donde puedo hallarme, encontrarme feliz, allí voy pero me hallo muerto, hace tanto. Y aun muerto parezco feliz y me devoro queriendo recomponerme en este mi cuerpo reciente, ceniza y ceniza dulce y agria. Después no quedara nada, ni mis huesos.

Devoro todo lo que me sabe a dicha. Recortando mi cuerpo, se mueren mis niños, mis adolescentes, vienen mis viejos, nos comimos todo lo bello de este lugar.

Las horas del día se acortan y las luces artificiales pueblan las casas, no hay nadie en ellas, solo globos encendidos; podría entrar a cualquiera y asentarme, dormir en ellas, y comer algo, pero no es mi lugar, al permanecer un tiempo se agrietan y encogen, me devoran, seguramente soy yo quien les muerde primero.

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No extraño a nadie. mi vida es una rueda, ciudad esfera, expandiéndose como el universo, auto consumiéndose como el sol, mas grande, mas amplia, mas día y mas noche, salpicando petróleo hacia el cosmos, a la nada, no hay física alterna, inercia dominante,

No hay nadie mas aquí, aunque abrace una idea, y la lleve de paseo a la playa, a las plazas luego a las desordenadas calles, suburbios, llega la noche y nos separamos cada uno a su lugar, el camino de regreso es siempre de a uno.

Volvemos siempre en autobús y la idea se queda, las personas se quedan, no podemos llevarlas, Con seguridad morirían, somos muchos aquí y hay poco alimento.

Y aunque quisiera y me esforzara por retenerme en un lugar, quedarme o llevarme el día conmigo, ocultar el fuego bajo las mantas; todo se va y soy nuevamente agua revolviéndome en la arena, al placer de mis tardes, no, no es tristeza ya, es simple naturaleza, aquí somos muchas soledades agremiadas, haciéndonos compañía.

Aunque me libere de mí y salga de viaje, siempre volveré; con las maletas vacías, los bolsillos llenos de arena, las fotografías veladas, las compañías ahogadas.

Y si me rindo y me dejo llevar por las olas, en la placidez del océano, me despierto y me hundo profundo, profundo es decir caigo, en la conciencia; es un fastidio tenerme.

Soy los puentes de mis suicidas, soy mis muertos, soy mi hambre, mi infierno, soy Shiva el dios de mis muertes, soy el jodido niño interior de mis ancianos.
Soy las cárceles de mis dolores, la música de mis sombras, no me engaño, soy mis días felices, soy también mi lluvia, mi dios y mi angustia.

Y no puedo salir de mi, poblarme en otro lugar, en verdad no quiero dejarme solo si me voy, pero necesito huir, mas si huyera en todas direcciones a donde iría?


Como quisiera evadirme, ausentarme de mi angustia, morirme de mi pena, caerme de mi cama y despertarme en otra persona.

Ser una persona buena, aunque pueda dormir y fingirme feliz, despertaré al otro lado de mi isla y me moriré de angustia. Y aunque me muera mil veces seguiré naciendo una y otra vez, reproduciéndome, en este pequeño lugar.

Sobrepoblándome, oprimiéndome, odiándome, cohabitándome, haciéndome guerras, matándome de hambre, liberándome, esclavizándome, amando, mintiéndome, desde hace años vivo preso de mis mismo. Sufriéndome.

Agónicas, cenizas, calles, curvas, de piedra volcánica.

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