miércoles, 10 de noviembre de 2010

pequeñas historias de autobus.



Los ojos de la chica delgada y marginal, su pequeña vitalidad contrastando con la arquitectura gris y atemporal de la gran unidad escolar.

Flotando, sus manos fuera de la ventanilla del autobús, tocando notas en el viento, dibujando a su camino tantos recuerdos que trato de evocar pero no están, solo yo en un autobús y afuera llueve, realmente llueve.

La música invade el ambiente y un extraño sentimiento me invade como agua en una campana de buceo, creo que es felicidad.

-Hoy su recuerdo es cumbia-

Porque todo es todo y su recuerdo es un libro, que leo cada vez que me pierdo, y me viene a la mente el último verano de nuestras vidas cuando ella se marchó y yo tuve que trabajar en el puerto junto a algunos amigos.

Éramos jóvenes entonces, despeñándonos por una colina de concreto, esta ciudad, lentamente distanciándonos, retaceando los recuerdos hasta hacerlos tan pequeños que se pierden en nuestros bolsillos.

Y las canciones que suenan en esta oscuridad me llevan a un tiempo que jamás viví,
Me recuerdan personas que jamás conocí, pero las veo a través de la oscuridad y la lluvia a través del tiempo que dura este viaje.

*cumbia!

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