miércoles, 24 de noviembre de 2010

Niña ceniza.

Yo no puedo controlar tu vida,
Aguantar tus vendavales
mojarme de tus llantos
No puedo ser como la hierba que pisas
que sienten tus pies descalzos
rocas que puedan dañarte siquiera un poco

Estas son mis palabras inermes ante
tus ojos calmos.
mi materialidad inquieta ante la seda de tu alma
estoy recluso en mis manos
y esta la muerte mirando serena
son los últimos segundos del año
y no se si te vas o te quedas.

y yo que no puedo tenerme más aquí,
estamos retrocediendo
a la velocidad de las ausencias
ya no te veo ya.
y la tierra se incendia
se remoja el papel
y barquitos en el agua recogen las memorias
ahogadas.

Niña huracán
pequeña …
tormenta tropical, monzón desnudo.
mírame, estoy lleno hombres hambrientos
viviendo de la lluvia y el barro

pequeña visitante indiscreta.
robando la comida de mis despensas,
sonámbula
robando las horas del sueño
que siempre dedicaba a morirme.


No puedo verte entre la espesura de las mariposas
que agita tu paso.

Y no puedo hacerme pequeño
acompañarte a tus viajes increíbles
por la hierba del jardín.
nadando en aguas de rocío, dormida siempre
entre los helechos.
y no puedo ser viento que te agite los vestidos
y despiertes.

No se brillar como el sol para darte luz entre los dedos.
quieta,
una nube,
una brizna,
arriba.
no puedo mirarte tanto.

Lo sé, no puedo hacer como la polilla
y devorarte todos los diarios.

Los meses se muerden entre si,
buscando el dulce
que no existe
agua quieta
yo no puedo ser el anzuelo
que atrape tus peces resbaladizos.

No puedo atar los días a tus idas y venidas,
retener el tiempo
volver a juntar la lluvia en mares.
y viajar a ti
a travez de la sal de tu silencio

No, no puedo retener los puentes ante la artillería del tiempo
para que pasen los dinosaurios de tu cariño.

Niña ceniza.

Yo no se.
las 328 formas de llegar a tu risa,
ni que colores combinan con tu alma.

No puedo escribir sobre el vacío,
Palabras tan veloces
que te atraviesen la costillas.

Y no se nada.

Entonces me calmo
me lleno de inercia y vivo
cada día
En una extraña carencia.

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